Si bien la mayoría de los argentinos cuenta con un inodoro en su hogar, esta realidad aún es inaccesible para más de 6 millones de personas. La falta de este elemento básico de saneamiento dificulta la prevención de enfermedades, la protección del medio ambiente y genera múltiples desafíos en materia de salud y dignidad.
Su incorporación en la vida diaria ha sido una de las innovaciones más significativas en la historia de la salud pública, ya que ha contribuido a la creación de entornos urbanos más seguros y a la protección de la salud de millones de personas en todo el mundo. Con el objetivo de generar conciencia sobre esta problemática y la importancia de las redes de saneamiento básico, se instituyó el 19 de noviembre como el “Día Internacional del Inodoro”.
La celebración fue declarada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para generar conciencia sobre la problemática que genera su carencia, así como del acceso al agua potable, y convertirlos en prioridades dentro de los planes de desarrollo mundial.
“La falta de inodoros y servicios adecuados de saneamiento provoca graves problemas de salud, como la propagación de enfermedades infecciosas y diarreas, que siguen siendo una de las principales causas de muerte en niños menores de cinco años. El acceso a un inodoro limpio y seguro también está vinculado con otros derechos humanos fundamentales, como el acceso al agua potable, la salud, y la seguridad de mujeres y niñas, quienes son particularmente vulnerables cuando no existen instalaciones privadas”, explicó Sandra Pérez, gerente de Producto LATAM de Amanco Wavin.
Esta situación se acentúa en las áreas rurales, donde los servicios de infraestructura son limitados o directamente inexistentes. En las zonas urbanas, el crecimiento desordenado de asentamientos informales también agrava la falta de acceso a un saneamiento adecuado.
Los principales beneficios de contar con red de saneamiento son:
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Prevención de enfermedades: evita la propagación de enfermedades infecciosas, como el cólera, la hepatitis A, la diarrea, y otras causadas por bacterias, virus o parásitos presentes en los desechos humanos.
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Higiene y salud pública: contribuye a mantener un entorno limpio, reduciendo la exposición de las personas a desechos y promoviendo la salud pública.
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Dignidad y privacidad: proporciona un espacio privado y digno para realizar las necesidades fisiológicas, fundamental para el bienestar y la dignidad humana.
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Protección ambiental: al tratar adecuadamente los desechos, ayuda a prevenir la contaminación de los cuerpos de agua y del suelo, preservando los ecosistemas naturales.
“El uso del inodoro y los sistemas de saneamiento adecuados son clave para el desarrollo sostenible y la salud de las comunidades. No es solo una comodidad moderna, sino una herramienta esencial para la salud, la seguridad, el desarrollo y la dignidad de las personas”, finalizó Pérez.
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