Con los servicios públicos ya casi sin subsidios y el verano que se avecina (y se anticipa muy caluroso) cuidar el nivel de consumo de los electrodomésticos puede ser la diferencia entre un gasto “normal” o un espanto, cuando llegue la boleta de la EPE. Dentro de los aparatos que no se desenchufan nunca está la heladera, clave para tener a mano siempre algo fresquito pero, sobre todas las cosas, para garantizar la buena y saludable conservación de los alimentos.
Para eso (y de paso para mejor cuidado, rendimiento y mayor vida útil de los equipos) van estas recomendaciones de los especialistas. Así debemos “tratar” a nuestra heladera:
Ubicación ideal
Instalá la heladera en un ambiente fresco, seco y bien ventilado. Evitá que reciba luz solar directa o esté al lado de cocinas, hornos o calefactores; esto obliga al compresor a trabajar más y, por lo tanto, aumenta el consumo. Dejá al menos 5 cm a los laterales y 10 cm en la parte trasera para una adecuada disipación del calor
Mantené limpias las rejillas y bobinas traseras
El polvo acumulado en la zona trasera o inferior perjudica la disipación de calor, aumentando el consumo eléctrico. Limpiá estas áreas al menos cada tres o seis meses, preferiblemente con aspiradora o cepillo suave y siempre con el aparato desconectado.
Ajustá las temperaturas correctamente
No tenés que configurarla más fría de lo necesario. Las temperaturas recomendadas son:
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Heladera: entre 3 °C y 5 °C
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Freezer: alrededor de -18 °C
Valores más bajos no mejoran la conservación de alimentos y sí consumen más energía.
Evitá abrir la puerta innecesariamente
Cada apertura deja entrar aire cálido y hace que el motor demande más energía para volver a enfriar. Planificá qué buscás antes de abrir la puerta y mantenela abierta el menor tiempo posible.
Organización interna: ni muy llena, ni muy vacía
Una heladera demasiado llena bloquea la circulación del aire frío mientras que una casi vacía pierde frío más rápido con cada apertura. Lo ideal es mantener entre un 70 % y 80 % de capacidad. Agregar botellas con agua puede ayudar a estabilizar la temperatura si hay poco contenido.
Con pequeños cambios en los hábitos cotidianos y la incorporación de tecnologías inteligentes, es posible lograr una conservación más eficiente de los alimentos y un consumo energético más responsable.

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