La iniciativa nació en 2012, como hobby y en la localidad de Totoras, una pequeña ciudad de poco más de diez mil habitantes, ubicada a 70 kilómetros al noroeste de Rosario. Por entonces, nadie imaginaba que entre los cereales y la soja -típicos cultivos de esa región agrícola- podrían prosperar viñedos de malbec para potenciar un vino regional y artesano que Marcos Bianchi produce bajo la denominación de bodega “La Calma”.
“La idea fue medio rara y se me ocurrió a los 12 ó 13 años, cuando ví una plantación de uvas cerca del campo de mi papá”, cuenta Marcos a El País del Litoral (Telefe Rosario). A partir de allí, decidió encarar su emprendimiento que hoy cuenta con variedades de malbec, tannat, cabernet sauvignon, bonarda y torrontés riojano.
Los fines de semana, Marcos recibe en su finca a los visitantes que deseen probar sus variedades que cosechan en el mes de febrero y elaboran el resto del año. El esfuerzo es mucho: hay que estudiar, sembrar los viñedos y tener mucha paciencia. Son entre cuatro y cinco años desde que se planta el viñedo hasta que se cosechan las primeras uvas. “Es una espera larga y no es fácil”, reconoce Marcos, que encontró la vuelta para transformar su hobby en un emprendimiento comercial y turístico.
Los pioneros del vino santafesino:
Domingo Faustino Sarmiento trajo las primeras vides al país y las plantó en la provincia de Santiago del Estero. Pero, nuestra provincia, también cuenta con antecedentes auspiciosos de varios años atrás, en materia de vitivinicultura: cerca de estos viñedos “La Calma” -en la localidad de Soldini- “Parodi” fue la bodega más grande del país, fuera de la zona de Cuyo que producía cerca de dos millones de litros anuales.
“Tromentu” es la marca comercial insignia totorense y a la vez, la denominación del club del vino con sede en Totoras que ya recibió la aprobación del Instituto Nacional de Vitivinicultura. “Por suerte -cuenta Marcos- el Instituto nos dio la aprobación y nuestro vino es apto para consumo y comercialización”.

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