La capacidad de endeudamiento de la clase media parece haber alcanzado un punto crítico en el que las familias ya no pueden refinanciar sus obligaciones, contraídas para garantizar los productos básicos. La caída del salario real frente a la canasta familiar obligó durante los últimos meses a financiarse con cualquier medio (fundamentalmente tarjetas de crédito) a fin de solventar los gastos elementales.
Así lo relata Ariadna Ciammariello, coordinadora de Atención al Público en la oficina municipal: “podemos observar consultas permanentes sobre la morosidad en el pago de las tarjetas que deriva de haber abonado durante mucho tiempo solo el mínimo y se les está haciendo imposible, porque el saldo deudor se transformó en impagable”, afirma.
Lo que agrava el cuadro es que la mayoría ya han caído en lo que la funcionaria denominó un “endeudamiento circular”, ya que muchos están tomando nuevos préstamos (es decir toman deuda para pagar deudas) y así poder seguir utilizando la tarjeta al mes siguiente.
Nadie compra bienes “durables”: solo alimentos y remedios
El cuadro es más crítico si se toma en cuenta que casi nadie apela al crédito para comprar “bienes durables”, como electrodomésticos, materiales de construcción o rodados. Los resúmenes de cuenta muestran que la mayoría usa las tarjetas para adquirir alimento y -en el caso de adultos mayores- la compra de medicamentos. “La gente se siente anímicamente frustrada porque tiene una cultura del pago que los deprime frente a la imposibilidad de abonar esa deuda que tiene con el banco”, enfatizó Ciammariello. Entonces, buscan una nueva refinanciación o un nuevo préstamos que es lo que se denomina “endeudamiento circular”.
Tarjeta e intereses: la peor combinación
Lo más complejo resulta de los altos índices de interés que cobran las entidades bancarias a través de sus tarjetas de crédito, que están muy por encima de la media del mercado financiero. Pero, “tarjetear” es lo que las familias tienen más a mano a la hora de cubrir sus necesidades básicas.
No alcanza ni para la escuela
La morosidad tiende a transformarse en un escenario crónico dentro de la clase media que ya repercute, inclusive, en los servicios de educación. Así lo reflejan las estadísticas del consejo Provincial de Educación Católica, cuyo presidente, Walter Van Megroot reconoció que hay escuelas de gestión privada que alcanzan un 40% de mora en el pago de las cuotas mensuales. “En particular -relató Van Megroot- en las escuelas confesionales de barriadas de la periferia, donde la dificultad del pago de la cuota de los alumnos se agudiza mucho más que en el centro”.
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