¿Qué hacen en la Antártida?

(Por Daniel Bertagno, desde la base Marambio) Esa es la pregunta que amigos y colegas nos hacen desde el continente, la misma que también nos hacemos nosotros, y la que trasladamos a cada uno de los militares o científicos con los que charlamos en la base Marambio desde hace más de quince días.

Con Ricardo Rivas, llegamos aquí el sábado 15 de noviembre en una misión académica del Instituto Universitario River Plate. En 2025 pusimos en marcha la licenciatura en Periodismo Deportivo a distancia y, con el objetivo de llegar a los lugares más alejados del país, también tenemos estudiantes en la Antártida.

Para llegar a Marambio vinimos en un Hércules de la Fuerza Aérea, el mismo que trajo gente y provisiones. El vuelo se hizo en dos etapas, desde El Palomar a Río Grande y desde allí a la base antártica. Ese avión volvía a la Antártida uno o dos días después. Pero… una falla mecánica provocó que debiera entrar en reparaciones y modificar todos los planes. Es que los planes aquí siempre se modifican también por el clima. Existen “ventanas de buenas condiciones” que los meteorólogos pronostican y son las que permiten los vuelos de aviones o desplazamientos de helicópteros entre las bases.

Esas dos cuestiones, la logística y la meteorológica, son las que nos dejaron en Marambio más tiempo de lo previsto, y son las que condicionan cada día los trabajos y movimientos de quienes viven aquí. Todo está sujeto siempre a eso. Al venir ya sabíamos que tanto el vuelo de llegada como el de partida estarían sujetos a esas variables. Nada grave. Si hay gente que puede estar un año, por qué no podríamos estar diez o veinte días

Fuera de la sorpresa inicial, pudimos hacer todo lo que teníamos previsto: primero una clase en vivo desde la Antártida para el resto del continente por zoom, exactamente al revés de lo habitual, que es hacerlas desde Buenos Aires para el resto del país. También se presentó desde aquí el libro escrito por Ricardo, “Apuntes de un periodista”, con la participación de las alumnas antárticas Luisina Manucci y Melina Martínez, además de las autoridades y profesores del IURP. Pudimos hacer una charla ofreciendo a quienes viven acá que estudien a distancia en nuestra Universidad, un acto especial y la ubicación de una placa que recuerda nuestro paso por aquí. Todo bajo la atenta mirada de la dotación de la base, que en este momento ronda los 70 habitantes, pero que en verano llegará al doble.

Pasados los motivos por los que vinimos, la vida nuestra aquí se fue llenando de rutinas que son las del lugar, charlas con la gente, y el trabajo de todos los días a distancia. Anécdotas, preguntas, y un sol que está presente todo el día, ya que no hay oscuridad. La puesta es a las 22.30 y tampoco oscurece del todo.

La pregunta de “¿qué hacen en la Antártida?” entonces pasó a ser para quienes comparten con nosotros los días en Marambio. Hay gente que vino por primera vez y otra que ya vino 2, 4, hasta 10 veces. Son quienes saben del mantenimiento de los edificios (que ocupan unos 5 mil metros cuadrados bajo techo) y responden a nuestras inquietudes. Algunas son muy básicas como de donde sale la electricidad, las provisiones, el combustible de los helicópteros o la conectividad y otras son sobre las historias del lugar, anécdotas personales y detalles de cómo es el trabajo de cada uno, que estos días se alterna entre prácticas de rescate de los helicópteros, mantenimientos de la pista de aterrizaje, comunicaciones con barcos o helicópteros extranjeros, científicos que estudian una colonia de pingüinos que está a 8 km o el clima que se analiza a cada rato, junto con la capa de ozono. También las anécdotas de quienes cocinan, hacen mantenimiento, sacan nieve de las pasarelas que conectan los edificios, entre otras actividades. La clave, según cuentan todos, es mantenerse ocupado, sobre todo cuando la nieve y el viento no permiten salir mucho de la base, mientras afuera hay ahora 15 grados bajo cero.

Así aprendimos que el combustible que se usa se llama GOA, gasoil antártico, y que no se congela, que los caños de agua están calefaccionados por las mismas razones o que el agua sale del hielo y se purifica para tomar. Hay conectividad satelital, varios generadores de electricidad que no paran de funcionar y abastecen a todos los edificios y una separación de residuos muy meticulosa, clasificando todo lo que volverá en tanques al continente. Nada de basura queda en la Antártida. Para imitar.

Todo está muy organizado: los horarios de las comidas, los días para bañarse, el cuidado del agua o la limpieza. Todos han realizado cursos sobre la vida en la Antártida y pasan varios filtros psicofísicos que les permiten obtener un lugar para la aventura en el fin del mundo. En Marambio la base cuenta con muchos espacios para diferentes actividades, pero el más concurrido es el gimnasio. De acuerdo con los trabajos de cada uno, se arman entrenamientos y hasta clases en grupo.

A diferencia del invierno donde siempre es de noche, ahora la luz del sol está presente siempre y en ambos períodos del año es importante sostener las rutinas para evitar marearse con la claridad o con la oscuridad. Aunque haga frío, cuando el clima lo permite, los atardeceres son fantásticos, lo mismo que la luz sobre enormes témpanos, el sol cayendo, el cielo limpio y el aire que respirás que es de una calidad que se nota. Al mirar para todos lados, no se ve más que nieve, tierra volcánica y edificios del característico color naranja, igual que las camperas que nos dieron para esta aventura. No hay plantas (eso llama mucho la atención), no hay animales (los pingüinos más cercanos están a 8 km y no se permite que se acerque nadie más que los científicos). Sólo una vez vimos una gaviota en estos días, seguramente perdida.

Mirar hacia el mar de Weddell todo congelado es como ver una foto. De hecho, no hay diferencias entre la foto y el video, porque no se mueve nada más que, a veces, los copos de nieve y porque no se escucha más que el silencio. La larga estadía en la Antártida fue imprevista, pero también muy enriquecedora. Aprendimos mucho acá y el recuerdo será imborrable. Vinimos por 36 horas y estaremos más de 20 días… si el clima y la logística lo permiten.

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