Los microplásticos podrían ser un factor en el aumento de casos de osteoporosis en el mundo, de acuerdo con los hallazgos de un nuevo análisis respaldado por la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Sao Paulo. El estudio revela que, cuando estas diminutas partículas plásticas ingresan al organismo, alteran el funcionamiento de las células madre de la médula ósea, esenciales para mantener y reparar el tejido óseo.
Respiramos miles de microplásticos cada día: un adulto hasta 68,000 partículas, y un niño 47,000. Se concentran sobre todo en interiores y autos, donde la ventilación es pobre.
El informe, publicado en la revista Osteoporosis International, comprobó que los microplásticos afectan la salud ósea de diversas maneras. Una de las alteraciones más relevantes, según los autores, es la interferencia de estos materiales tóxicos en las funciones de las células madre de la médula ósea.
Aunque dicho proceso ocurre de manera normal, las partículas plásticas también reducen la viabilidad celular, inducen envejecimiento prematuro, modifican la expresión génica y desencadenan respuestas inflamatorias.
La combinación de estos efectos genera un desequilibrio en el que los osteoclastos destruyen más tejido del que se regenera, provocando un debilitamiento acelerado de la estructura ósea.
Por su parte, la revisión de estudios in vivo constató que la acumulación de microplásticos en el organismo disminuye el recuento de glóbulos blancos, lo que sugiere alteraciones en la función de la médula ósea. Además, se observó que la aceleración del envejecimiento inducida por los osteoclastos puede asociarse con el deterioro de la microestructura ósea y con displasias, lo que incrementa el riesgo de fragilidad, deformidades e incluso fracturas patológicas.
A pesar de que las enfermedades osteo metabólicas están relativamente bien comprendidas, existe una laguna respecto a la influencia de los microplásticos en su desarrollo. Por ello, uno de nuestros objetivos es generar evidencias que demuestren que estos contaminantes podrían constituir una causa ambiental, y potencialmente controlable, que ayude a explicar, por ejemplo, el aumento proyectado de fracturas óseas”, adelantaron.

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